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En Gotas de Dios,

Cuando la tierra habla y el espíritu escucha.

Creemos que una buena tradición no solo se honra: se comparte. Cuando las vinatas se apagaban y el agave silvestre comenzaba a desaparecer, el equipo detrás de Gotas de Dios —inspirado por la diosa Mayahuel y guiado por un profundo respeto por la tierra— decidió encender de nuevo el fuego ancestral.

Así comenzó un camino de restauración, entrega y conciencia, para transformar el mezcal en un legado vivo que merecía ser compartido con el mundo. Así nació Mezcal Gotas de Dios, una obra sagrada dividida en tres momentos esenciales del día.

Tradición viva

“Mantener las tradiciones y compartirlas con el mundo, mantiene viva el alma de un pueblo”

Don Lupe, Mtro. Mezcalero

Don Lupe Pérez ha dedicado más de dos décadas a destilar la esencia de Michoacán, dominando técnicas como el entierro mezcalero que transforman el mezcal con el abrazo de la tierra y el tiempo.

Pionero, guardián y promotor del mezcal en Michoacán desde sus inicios, fue figura clave liderando la autorización de la Denominación de Origen para el estado.

Don Lupe no solo elabora mezcal, lo conjura: su legado se bebe en cada gota y es un puente directo a nuestros orígenes.

Espíritu de fuego

“El mezcal no se bebe, se vive: gota a gota, fuego y alma en cada sorbo.”

Don Lupe, Mtro. Mezcalero

Tres momentos, un solo espíritu

Cada mezcal es un instante suspendido en el tiempo, una conexión entre la tierra y el alma. Desde la cosecha hasta la destilación, cada paso vibra al ritmo de frecuencias armónicas y sonidos ancestrales como el didgeridú, impregnando cada gota con energía viva.

Inicio Sagrado (mezcal blanco): el amanecer puro, donde la luz nace y los sentidos despiertan.
Ritual de Cambio (doble pechuga): el atardecer que abraza la transformación, cuando el día se tiñe de recuerdos.
Silencio Profundo (madurado en vidrio bajo tierra): la noche que guarda secretos, donde el tiempo reposa y el espíritu se aquieta.

No es solo mezcal; es el fruto de manos que seleccionan con cuidado el agave perfecto, lo cosechan con respeto y lo tratan con energía positiva para que su sabor sea único, como el día que decides abrir la botella. Es la experiencia de nuestros maestros mezcaleros y el esfuerzo de un equipo que transforma el trabajo de la naturaleza en un legado que puedes degustar.

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Equipo Gotas de Dios

Hombre de visión y raíces firmes, ha dedicado su vida a transformar el trabajo de la tierra en proyectos de alto impacto, combina la sabiduría de la tradición con la estrategia moderna, liderando con firmeza lo que un día comenzó en los surcos del campo.

Raymundo López

Director General

Un maestro mezcalero sabio y sereno, forjado en la sierra de Tzitzio. Con manos curtidas por el fuego y el agave, es guardián de la tradición y símbolo de resistencia. Su legado se destila en cada gota.

Don Lupe Pérez

Maestro Mezcalero

Lidera con pasión y precisión el cuidado de cada planta, asegurando que la tierra, el tiempo y la tradición se encuentren en cada cosecha, trabajando con pasión en el arte del mezcal.

Fer Pérez

Director Ejecutivo

Silencioso, leal y sabio a su manera, conoce cada rincón del agave como quien conoce su hogar. Mientras Don Lupe guía con la palabra, Don Alfredo sostiene con el corazón y las manos curtidas por décadas de trabajo.

Don Alfredo

Operaciones

Mariana R.

-CDMX-

«Probé Gotas de Dios en una cata y fue amor a la primera gota. El sabor es profundo, auténtico, lleno de historia. Se nota que está hecho con respeto por la tierra y la tradición. Ya no quiero otro mezcal en mi casa.»

Carlos E.

– Guadalajara, Jal. –

«Soy fan del mezcal y puedo decir con certeza que Gotas de Dios tiene una personalidad única. Me encantó la complejidad de sus notas y lo suave que es al paladar. Es un mezcal que se respeta. Ideal para compartir con amigos que saben lo que beben.»

Lucía M.

– Barcelona, España –

«Descubrí Gotas de Dios en un viaje a México y me llevé una botella de regreso a casa. Es más que una bebida: es una conexión con el alma del país. Cada trago es como un recuerdo líquido del campo, del fuego y de la gente hermosa que lo crea.»